Las reivindicaciones agrarias fueron parte medular del movimiento revolucionario. Representante de estas demandas fue el movimiento zapatista, cuyo influjo en otros grupos sociales y políticos impulsó la consolidación de las reivindicaciones campesinas contenidas en la Constitución de 1917. El reparto de tierras, intensificado durante intentaron dar respuesta a la desigualdad existente en el mundo rural. Sin embargo, a partir de 1940, la política del gobierno mexicano dio un giro, pues el acento ya no se puso en la consolidación de un México agrario, sino en la creación de una amplia plataforma industrial. Aunque los repartos de tierra continuaron y el apoyo al campo se mantuvo a través del otorgamiento de créditos y la creación de obras de riego, la cantidad de tierra entregada fue menor y de baja calidad, además, los apoyos se dirigieron a los grandes y medianos propietarios y no a los ejidatarios.Con la llegada a la presidencia de Miguel Alemán Valdés en 1946, se intensificó la puesta en práctica del proyecto industrializador, en el cual la agricultura se subordinaba a la industria, asignándole el papel de proveedora de materias primas y de alimentos baratos. En el mismo año se modificó el artículo 27 constitucional para implementar el amparo agrario, el cual dificultaba las expropiaciones y dio lugar a los “certificados de inafectabilidad” que aseguraban a los propietarios de la tierra sus derechos sobre ella. Esto llevó al surgimiento de nuevas haciendas que controlaban vastos territorios. La modernización de la agricultura fue la base de la política agraria de los gobiernos mexicanos de 1946 a 1960, a través de la compra de maquinaria y la explotación intensiva de la tierra a partir del riego. De nuevo, los más beneficiados del impulso estatal fueron los medianos y grandes propietarios, ubicados en el Norte y Noreste del país, principalmente. Los ejidos del Centro y Sur, que concentraban a la mayoría de los campesinos, continuaron dependiendo del temporal;
es decir, de la caída de lluvia. La política modernizadora del gobierno dio resultados favorables mediante un aumento significativo de la producción agrícola. Sin embargo, mantuvo y en algunos casos intensificó la desigualdad en el mundo rural entre las explotaciones modernas y tecnificadas y los numerosos ejidos incapaces de producir en grandes cantidades. Para 1965 la crisis agrícola se hizo evidente y surgieron brotes de inconformidad entre los campesinos. el gobierno del general Lázaro Cárdenas, y la creación de numerosos ejidos,incapaces de producir en grandes cantidades. Para
1965 la crisis agrícola se hizo evidente y surgieron brotes de inconformidad entre los campesinos.